Tasha Clavo
La primera vez que invitaron a Tasha Clavo al paseo diario de su abuela, aprendió de primera mano cuánta energía y paciencia hay detrás de una vida de servicio público. Clavo, que entonces tenía 12 años, aceptó acompañarla sin saber que se había apuntado a un recorrido de 16 km desde Platte Park hasta Colorado Boulevard y vuelta. Resultó que esa era la ruta habitual de su abuela, que pasaba revista a sus vecinos, alojados o no, y se aseguraba de que todos sobrevivían al día.
"¿Vamos a parar? ¿Vamos a comer algo?", se preguntaba mientras caminaban manzana tras manzana, pero su abuela no se desviaba de su misión. "No se trataba de nosotras", recuerda.
Hoy, Clavo recuerda aquella época y comprende por qué se siente tan a gusto como operadora de autobuses de RTD. "He nacido para esto", dice. "Cuidar de la gente como mi abuela cuidaba de la gente por el simple placer de hacerlo".
Incluso antes de su memorable viaje de ida y vuelta por Denver, Clavo solía empujar a sus hermanos por el barrio en un carrito de la compra, parando en paradas de autobús, reales e imaginarias. "Les decía: 'Os dejo aquí'. 'Quédate ahí y volveré a recogerte'. Siempre supe que iba a ser operadora de autobús", recuerda.
Décadas más tarde, cuando RTD llamó para hacer un seguimiento de su solicitud, supo que por fin había llegado el momento. Clavo había estado pensando en obtener su licencia de conducir comercial, y sabía que RTD le daría la formación que necesitaba para cumplir un objetivo de toda la vida. "Estoy deseando ir a trabajar todos los días", dice. "Cada persona con la que entro en contacto, cada individuo, me ayuda con mi propósito".
Cuando Clavo habla de su propósito, no tardamos en darnos cuenta de a qué se refiere: a su vocación de compartir la compasión y la bondad con todo el que se cruza en su camino. "Sé lo que es luchar", dice. "Esto es una cosa de dar y recibir".
A punto de cumplir cinco años en IDT, Clavo ve su relación con los clientes como un toma y daca. Si cada uno da prioridad al otro, todos ganan. "Mi trabajo es la seguridad por encima de todo", explica. "Mi seguridad es tu seguridad. Así que, si tú estás seguro y yo estoy segura, todos estamos mejor".
La filosofía de Clavo es que no hay "yo" en "equipo": "Tenemos que hacer de esto un equipo, básicamente. Si alguien lleva los auriculares demasiado altos o está hablando por teléfono, simplemente le pido que preste atención. Cuando lo pones así, la gente se vuelve más considerada con los demás".
Clavo, que empezó a trabajar en RTD antes del inicio de la pandemia, ha visto cómo disminuía el número de clientes y luego volvía a aumentar lentamente. Gracias a su trabajo regular y a la variedad de sus rutas, ha comprendido que cada persona vive el transporte público de una manera diferente.
"Al fin y al cabo, se trata de los pasajeros", afirma. "Nunca sabes por lo que puede estar pasando una persona. Yo podría mejorar ese día diciéndole: 'Eh, vamos a llegar a donde tienes que ir'".
"La gente trabaja; tiene citas. No se trata de mí. Se trata de todos los que están detrás de mí".
Recientemente, Clavo pudo marcar una gran diferencia para una pareja local que subió a su autobús intentando ir a unas tiendas el día de Navidad. Cuando se dio cuenta de que no hablaban inglés, Clavo sacó su teléfono y abrió una aplicación de traducción para comunicarse con ellos. Pudo decirles que su destino estaría cerrado y que debían ahorrar dinero e intentarlo de nuevo al día siguiente.
"Uno se siente bien cuando puede ayudar a la gente dándole los conocimientos que necesita", dice al recordar aquel día.
No es de extrañar que, en su vida familiar, Clavo ponga un gran énfasis en fomentar el mismo tipo de ingenio y autosuficiencia en sus hijos. En contraste directo con el uso de la tecnología para resolver rápidamente los problemas en el trabajo, les enseña a no depender únicamente de ella y fomenta un uso equilibrado de las habilidades analógicas. Siempre tiene a mano un diccionario y otros libros de consulta, y mantiene la tradición de jugar al gin rummy que empezó con su madre y su abuela.
Clavo también es una ávida repostera, desde el pastel de barro del Mississippi hasta la tarta de terciopelo rojo favorita de su madre. Es heredera de la afición matriarcal de su familia por llenar de amor a las personas que la rodean.
"La motivación es la clave. Mi trabajo me motiva", dice Clavo. "Mis hijos. Mi marido. Me motivan ellos. Y cuanto más me empujan, más quiero hacer".
Ya sea horneando algo dulce o simplemente apareciendo para ser una cara conocida y amable en la comunidad, Clavo está a la altura de cada ocasión para ayudar lo mejor que puede a la gente que la rodea.
"Sé que puedo hacer sonreír a otra persona cuando abro la puerta del autobús y le digo: 'Buenos días'", afirma. Repitiendo uno de sus mantras, Clavo señala: "No te salen tantas arrugas cuando sonríes como cuando frunces el ceño".